miércoles, 7 de mayo de 2008

Fidelidad narrativa

Rosa Beltrán me parece una buena escritora. Tiene gracia, elegancia y maneja bien los tiempos narrativos. Eso es más de lo que muchos podrían presumir. Sin embargo, me sentí algo decepcionado con Alta infidelidad. Supongo que esperaba una Madame Bovary contada por ella misma.
Que se trate de una novela sin grandes pretenciones formales para mí no es defecto, pero tampoco virtud. No es que esté a la caza de renovaciones técnicas o estilísticas, simplemente, busco obras en las que el autor parezca muy comprometido, que demuestre, por lo menos, que las neurosis ayudan a hacer literatura. Y eso en esta obra no se da.
Avancé muy rápidamente por la novela y ya hacia las últimas páginas me dio la sensación de que en ningún momento me había emocionado. Divertido sí, porque una obra cuyo protagonista es un filósofo mujeriego con tendencia a la holgazanería, por pura lógica, es graciosa.
Otra asunto que me dejó confundido es que no sentí ninguna iluminación acerca del extraño comportamiento femenino. Un escritor habría atribuido una buena cantidad de razones al comportamiento de las mujeres que aparecen en la obra. Rosa Beltrán simplemente marca los hechos. ¿Eso significa que no hay ningún misterio o que yo estoy impedido para comprenderlo?
Por fortuna en las novelas lo más importante no es comprender sino engancharse con la trama. Eso, a mi juicio, cualquier lector con buen gusto lo puede hacer con Alta infidelidad.
Tampoco sé hasta qué punto sepa reflejar las nuevas realidades de las relaciones hombre-mujer (mejor, hombre-mujeres), quizás se concentró en un ámbito muy pequeño, el de la clase media intelectual. Y pese a ese riesgo no cayó en la pedantería.


Si alguien se interesa en otra reseña, escrita por Luis Bugarini, aparecida hace más de un año en Letras Libres aquí está:
Una mucho mejor reseña que la mía y la de Bugarini (me esfuerzo por ser objetivo) es la de la escritora de Mayra Santos, aquí:

No hay comentarios: